viernes, 14 de abril de 2017

Las cosas de niño.


         
        "Mädchen im blauen sessel" by Mary Cassatt

Para empezar a describir su infancia muchas mujeres comienzan con un “Yo fui una niña muy masculina” para que de entrada, quien las escucha,  tenga  una idea del tipo de niña que fueron. Hace unos días pensaba en esa frase, y cómo, cada vez, me es más frecuente oír la misma oración, dicha diferente, de los labios de otras mujeres, “yo era muy niño”, “me gustaban las puras cosas de hombre”, así que dediqué algún tiempo a analizar estas palabras y en qué significa exactamente “cosas de niño”.
Hice un repaso de tales cosas, y lo que vino a mi mente fueron actividades como trepar arboles, ensuciarse con lodo, jugar a los manguerazos, a las luchitas, a las carreras, y mientras agregaba más elementos a la lista, me detuve, y me di cuenta, ¿no son estas cosas, lo que le gusta hacer a todo niño?, niño entendido como infante (termino que engloba a niños y niñas pequeños), ¿acaso estas cosas no son las cosas de ser pequeño?
Con esto en mente, me atreví a proponer una idea,  que las “cosas de niño”, no son pues, del varón, si no la aventura impulsada por la curiosidad de todos los que son nuevos en el mundo: los bebés, los infantes. -Podría abofetear a cualquier mujer que me diga que nunca quiso darse una buena revolcada en el lodo cuando era niña-.
Lo que realmente queda por hacerse son preguntas, ¿por qué las cosas están dichas así? ¿Por qué creer que esas son las cosas de niño? ¿Por qué a los niños varones se les permite ser pueriles y las niñas no? Y entonces los elementos de “niña” me comenzaron a parecer cuestionables, ¿Por qué usar vestido? Si es tan incomodo, y realmente no sirve ni te da ventaja de nada, sino todo lo contrario, no podría más que entorpecer las actividades.
La idea se vuelve más oscura, si consideramos que entonces, las niñas tal vez han crecido pensando que anhelaban ser algo que no era propio de ellas, tener algo que no debían, ser algo que no podían;  y se lo guardan como secreto y con vergüenza, de creer, que algo está mal. 
Inevitablemente uno tiene que pensar entonces, en la subjetividad humana, y cuanto de lo que creemos normal es en realidad no natural, ni impuesto por la biología y lo orgánico, si no una construcción de lo humano; me gustaría más adelante, dedicar algún texto (o varios) especialmente a cómo esta oposición natural-humano nos resulta una fuente extrema de dolor.
En esta primera entrada dejo una idea y muchas preguntas, esperemos que con contribuciones futuras se pueda, probablemente no responder del todo, pero tal vez si ir creando un camino que nos dé una imagen más amplia no solo sobre esto, sino de todo lo cotidiano, y lo interesante que pueden ser las cosas que vemos todos los días si se les piensa un poco más a fondo.

Psic. Paulina Serrano F.

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