"Mädchen im blauen sessel" by Mary Cassatt
Para empezar a describir su
infancia muchas mujeres comienzan con un “Yo fui una niña muy masculina” para
que de entrada, quien las escucha, tenga
una idea del tipo de niña que fueron.
Hace unos días pensaba en esa frase, y cómo, cada vez, me es más frecuente oír
la misma oración, dicha diferente, de los labios de otras mujeres, “yo era muy
niño”, “me gustaban las puras cosas de hombre”, así que dediqué algún tiempo a
analizar estas palabras y en qué significa exactamente “cosas de niño”.
Hice un
repaso de tales cosas, y lo que vino a mi mente fueron actividades como trepar
arboles, ensuciarse con lodo, jugar a los manguerazos, a las luchitas, a las
carreras, y mientras agregaba más elementos a la lista, me detuve, y me di
cuenta, ¿no son estas cosas, lo que le gusta hacer a todo niño?, niño entendido
como infante (termino que engloba a niños y niñas pequeños), ¿acaso estas cosas
no son las cosas de ser pequeño?
Con esto en
mente, me atreví a proponer una idea,
que las “cosas de niño”, no son pues, del varón, si no la aventura
impulsada por la curiosidad de todos los que son nuevos en el mundo: los bebés,
los infantes. -Podría abofetear a cualquier mujer que me diga que nunca quiso
darse una buena revolcada en el lodo cuando era niña-.
Lo que
realmente queda por hacerse son preguntas, ¿por qué las cosas están dichas así?
¿Por qué creer que esas son las cosas de niño? ¿Por qué a los niños varones se
les permite ser pueriles y las niñas no? Y entonces los elementos de “niña” me
comenzaron a parecer cuestionables, ¿Por qué usar vestido? Si es tan incomodo,
y realmente no sirve ni te da ventaja de nada, sino todo lo contrario, no podría
más que entorpecer las actividades.
La idea se
vuelve más oscura, si consideramos que entonces, las niñas tal vez han crecido
pensando que anhelaban ser algo que no era propio de ellas, tener algo que no
debían, ser algo que no podían; y se lo
guardan como secreto y con vergüenza, de creer, que algo está mal.
Inevitablemente
uno tiene que pensar entonces, en la subjetividad humana, y cuanto de lo que
creemos normal es en realidad no natural, ni impuesto por la biología y lo
orgánico, si no una construcción de lo humano; me gustaría más adelante,
dedicar algún texto (o varios) especialmente a cómo esta oposición
natural-humano nos resulta una fuente extrema de dolor.
En esta
primera entrada dejo una idea y muchas preguntas, esperemos que con
contribuciones futuras se pueda, probablemente no responder del todo, pero tal
vez si ir creando un camino que nos dé una imagen más amplia no solo sobre
esto, sino de todo lo cotidiano, y lo interesante que pueden ser las cosas que
vemos todos los días si se les piensa un poco más a fondo.
Psic.
Paulina Serrano F.

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